6 de febrero del 2002

Criminales han vuelto temeraria la vida nocturna en Centroamérica



El caso Guatemala
El Salvador
Honduras
Costa Rica
Nicaragua
Características comunes
Investigación: Serapio Umanzor y Carlos Girón
Fotografías: José Cantarero

Si usted decide una de estas noches tomar un taxi en la plaza Morazán en San Salvador debe aceptar dos reglas obligatorias. Debe permitir que lo registren para saber si no anda armado y en ningún caso se permite que vayan dos pasajeros por unidad. Ulises Morales es uno de esos taxistas que se encarga de hacer esos registros y los mismos se derivan de la frecuencia con que son contratados para luego ser asaltados y hasta asesinados a mitad de camino. Considera que los pasajeros deben entender que para ellos no hay otra alternativa.

Sobre la segunda regla dice que no permiten que se suban ni siquiera pareja de hombre y mujer porque eso ya le ha costado la vida a varios compañeros, así que cada taxi es para una sola persona. Para ellos es una forma de protegerse en una ciudad donde el respeto a la vida cada vez es menor.

El trabajo de investigación incluyó un recorrido nocturno por las cinco capitales de la región centroamericana y la conclusión es que por las noches el peligro aumenta y cada vez se reduce el número de personas que se arriesgan a apostar con sus vidas. Es más, los dueños de centros nocturnos estiman que por la delincuencia viven una recesión que parece no tener control.


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El caso Guatemala

Ciudad Guatemala, la capital, es la más poblada de Centroamérica y la más oscura, lo que la convierte en atractiva para el crimen. Un recorrido de varias horas por cada una de las zonas de esa inmensa ciudad obliga a sentenciar que la falta de alumbrado es una necesidad impostergable.

Los parques carecen del alumbrado necesario y para poder llevar a cabo en los mismos ventas de productos tradicionales se hace necesario que se trasladen unidades policiales móviles, las que cumplen un papel fundamental para la prevención.

Las tiendas o pulperías cierran desde temprano y quienes se atreven a mantenerlas abiertas pasadas las ocho de la noche, han acudido a un método riguroso, el hacer de sus negocios cárceles abarrotadas donde no haya contacto con el cliente.

Carlos Morales tiene su pulpería en la zona seis y está atravesada por barrotes verticales y cuatro horizontales. Con todo y ello ya en dos ocasiones le han obligado a entregar el dinero de la venta, pero se conforma en que no ha recibido ni golpes ni heridas.

Las zonas uno, seis, ocho y dieciocho son consideradas por la población como las más peligrosas y en ellas se encuentran ubicados la mayor parte de centros nocturnos de diversión para las clases media y baja. La zona diez también alberga algunos lugares de diversión, pero por sus costos ha quedado limitado para la clase media alta y alta.

En los lugares adyacentes a discotecas, bares y clubes nocturnos se mantienen vendedores de comida, quienes han encontrado como medida recomendable unir sus mesas de trabajo para disminuir el riesgo que delincuentes los sorprendan solos.

A lo interno de sus barrios el otro latente peligro son las pandillas, un problema que lo viven los cinco países y que hasta ahora no ha podido ser resuelto por las policías.


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El Salvador

En El Salvador de igual manera la actividad nocturna vive su recesión y eso lo sienten los mariachis que por años se vienen reuniendo en una gasolinera y que ahora ven como los clientes van disminuyendo. Ellos ahora han encontrado un mecanismo y es que a sus amigos les reparten tarjetas con sus teléfonos celulares para que los llamen y ellos ir a dar serenatas a domicilio.

La llamada zona rosa es quizá la más segura, invadida de discotecas y restaurantes dispersas en la colonia San Benito, hasta donde llegan quienes buscan pasar un rato tranquilo sin ser sorprendidos por los criminales.

Pero apenas se caminan unos dos minutos en vehículo y ya se encuentra la colonia Escalón, donde igual hay restaurantes y discotecas, pero ya con un nivel de inseguridad que no invita al ingreso. Ahí ya comienzan a verse asomos de prostitución en las calles.

Frente al centro comercial Metrocentro las noches son también singulares con decenas de niños consumiendo pegamento y crack, mostrando muchos de ellos rostros negros producto de la práctica consecutiva de lanzar fuego desde sus bocas.

Los puntos de ejercicio de la prostitución tanto de mujeres como de homosexuales son diversos y estas personas siguen siendo señaladas, algunas veces de víctimas y otras de victimarios con clientes que siguen apostando a buscarlos.

Pero lo que sí es preciso reconocer es la masiva presencia de policías tanto en patrullas como a pie y hasta en bicicletas, especialmente en los alrededores de parques y mercados, donde la actividad se mantiene las veinticuatro horas.

Como parte de esta estrategia para prevenir el delito, a diario se realizan operativos con médicos especialistas para hacerle prueba a los conductores no sólo si andan ingeridos de alcohol, sino si han consumido drogas.

Hay barrios y colonias en la capital salvadoreña que se mantienen al margen de visitas de extraños por la alta peligrosidad, sobre todo las que están en la llamada periferia, donde la presencia policial no es tan marcada como en el centro de San Salvador.


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Honduras

Honduras tiene dos puntos de gran concentración poblacional, Tegucigalpa y San Pedro Sula y entre ambas albergan a más del treinta por ciento de la población nacional. De hecho entre ambas se registra más del cincuenta por ciento del total de los delitos a nivel nacional.

Ambas ciudades tienen definidas calles o áreas para restaurantes y discotecas y áreas o zonas para bares y clubes nocturnos. La violencia se ha intentado frenar con control de horarios, pero hasta ahora los resultados no han sido los esperados.

El problema para la población es que los mismos taxis no ofrecen seguridad, y eso lo muestran los casos frecuentes de taxistas que resultan estar metidos en delitos. Una vieja recomendación, que sigue sin ser atendida, es tomar taxis en puntos determinados y no los llamados ruleteros, sobre los cuales hay menos control.

Tegucigalpa, cruzada por decenas de marginales colonias, tiene como punto de asaltos frecuentes en horas de la noche las paradas de los buses y los mismos buses. Se estima que un cuarenta por ciento de la población capitalina usa ese servicio, sobre los cuales no hay seguridad.

En el caso de San Pedro Sula la circulación en horas de la noche se ha limitado a los vehículos, pues en el pasado han quedado las acostumbradas caminatas por el centro o por el barrio, pues ahora el mismo es una latente amenaza a la integridad física. El recién estrenado presidente Ricardo Maduro acaba de ordenar una invasión de policías en las calles, lo que podría tornar menos riesgosas las salidas nocturnas tanto en Tegucigalpa como en San Pedro Sula.

Los parques de estas ciudades y el de otras del interior, lejos de ser puntos de reuniones familiares o de recreación individual, se han convertido en los dormitorios de niños de la calle y de drogadictos que siempre se presentan como una amenaza para el peatón. A cualquier turista que vaya ya sea a San Pedro Sula o a la capital la primera recomendación en su hotel es que no camine por las calles, que si desea movilizarse que lo haga en taxi para evitar los asaltos.

Para tratar de reducir los problemas de la criminalidad, la Policía Nacional acostumbra en fines de semana montar operativos en las salidas a la ciudad para tratar de detener personas ebrias que conducen vehículos y frenar el robo de carros.


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Costa Rica

Al igual que El Salvador, Costa Rica tiene bien marcadas sus áreas de peligro y las llamadas zonas peligrosas en la misma capital son identificadas como Guadalupe, Desamparados y Pavas, lugares donde el tránsito nocturno lo consideran ellos mismos de alto riesgo.

Durante las noches en estos tres sectores la delincuencia afina sus garras y los pandilleros se convierten en los dueños de las calles. Los índices de violencia son elevados en horas nocturnas no sólo en la capital, sino en la ciudad de Limón, considerado el principal foco de criminalidad fuera de la capital.

Walter Navarro, director general de la Fuerza Pública, admite que los pandilleros siguen cometiendo muchos delitos, sobre todo asaltos a personas y robo a viviendas con el único propósito de encontrar dinero para comprar drogas.

En el día el peligro es para los peatones y en la noche para los taxistas, sostiene el propietario de un comedor que tiene abierto hasta tarde y que prefiere ocultar su nombre "porque en este país por cualquier cosita ya lo pueden mandar a matar a uno''. William Quiroz es uno de esos taxistas que desde el hospital San Juan de Dios sale con diversos pasajeros a diferentes puntos de la ciudad y su percepción es que hay áreas bien protegidas por la policía y otras donde nadie cuida.

San José es la ciudad con más centros nocturnos en Centroamérica, desde bares, clubes nocturnos, cantinas, discotecas y una proliferación de casinos que son el refugio de miles de personas.

Y no se trata de estar concentrados en una zona determinada o en lugares apartados, por el contrario a dos cuadras del parque central se encuentran numerosos prostíbulos, disfrazados de cantinas, todas protagonistas de sendos escándalos que obliga a la policía a estar haciendo rondas de manera permanente.

En otra zona en los alrededores del hotel El Rey se presenta otro fenómeno y es la prostitución infantil, menores de edad que ofrecen sus cuerpos a cambio de dinero, bajo el riesgo, ya comprobado, de sus propias vidas.

Para muchas autoridades la violencia en Costa Rica se ha agravado por la enorme cantidad de inmigrantes, especialmente de Nicaragua que han aumentado la presión social. Se estima que hay un extranjero por cada tres "ticos".


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Nicaragua

Nicaragua, el país con mayores problemas sociales en Centroamérica, tiene en sus noches dolores de cabeza eternos para las autoridades policiales, sobre todo porque son innumerables los sectores donde el hampa y el peligro se convierten en una constante desde que desaparece el sol.

Luis Gutiérrez es un residente en la capital Managua y amigo de las parrandas en las discotecas, pero para él ha dejado de ser un atractivo. Sostiene que cuando los sandinistas gobernaban, él se daba el lujo de irse caminando a su casa a las cuatro de la mañana sin que le pasara nada.

Ahora, dice, se ha olvidado de la vida nocturna porque no hay presencia policial en las zonas que ellos mismos saben que son peligrosas. Denuncia que todos los policías prefieren pasearse por las zonas tranquilas o quedarse en sus cuarteles.

Adentrarse en el barrio Los Angeles es encontrarse con una realidad que sorprende. En una sola calle pernoctan unas doscientas cincuenta personas, la mayoría menores de edad, en una mezcla de sexos y un ambiente de tristeza.

Se trata de consumidores de resistol, a quienes ellos llaman los "huele pega'', quienes parecen inofensivos, pero cuando el efecto de ese producto les ha invadido su cerebro son altamente peligrosos y hasta han librado sendos enfrentamientos con la policía.

Las aceras de ese barrio han sido las salas de parto de varias menores de edad, a quienes no les importa embarazarse porque a los pocos días de tener a sus menores llegan personas a pedírselos para acogerlos como hijos suyos.

Quienes pasan por esas calles saben que son acosados para regalar dinero o comida. La posibilidad de la agresión depende de la actitud con que responda la persona, sostiene Lester José Mairena, uno de esos jóvenes que se declara incapaz de dejar esa adicción.

Carmen Ortega es una vendedora de carnes asadas que en tres ocasiones la han despojado del dinero de sus ventas, pero su necesidad la obliga a seguir apostando con su vida en las noches, pues en el día se dedica a oficios domésticos en casas ajenas.

A diferencia del resto de los países de la región, en Nicaragua la prostitución tanto de mujeres como de homosexuales es a todas horas del día y se han vuelto reiterados los casos de que estas personas terminan convirtiéndose asaltantes de sus mismos clientes. El crecimiento del temor a la población a salir a divertirse de noche se ve bien reflejado en la zona conocida como "El redondel'', donde se juntan todos los mariachis de la capital, todos alrededor de una cadena de al menos diez seis restaurantes y bares.

Hoy lo mariachis ven como su negocio va en decadencia y aceptan que es natural que la población decline ir a divertirse por lo riesgoso que es salir en un país donde los delincuentes cada vez crecen en número de personas y en número de armas.

Los asaltos se han vuelto más frecuentes en el barrio Monseñor Lezcano, colonia El Periodista, La Reynaga, mercado Oriental, Villa Fontana, San Rosa, Villa Libertad, Asentamiento Rubén Darío, entre otros.


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Características comunes

Centroamérica entera muestra de noche una inseguridad que se refleja en el cambio de costumbre de sus habitantes, quienes incluso sienten angustia por sus hijos que van de noche a los colegios y universidades, debido a que esos lugares parecen ser de los preferidos por ser blancos que no ofrecen oposición.

Pese a que hay sitios donde la gente va sólo a consumir alcohol, ninguna de las policías tiene controles permanentes en sitios donde se sabe que cada uno de los que han estacionado su vehículo están ingiriendo bebidas embriagantes. Al final salen ebrios de esos lugares sin mayores problemas.

La prostitución adulta e infantil no tiene control en ninguno de los países y ni siquiera hay registro de estas personas que ya tienen sus sitios fijos de "trabajo" y que a las mismas horas comienzan sus faenas.

Para la mayoría de las policías uno de los grandes problemas es que las autoridades municipales no han obligado a que los sitios de diversión nocturna sanos y no sanos se ubiquen en una misma zona. Si estuvieran en un mismo sitio el trabajo sería menos difícil.

La presencia policial es reducida en todos los países en horas de la noche porque el grueso del personal es usado en el día. Además la mayoría de los recorridos los hacen en carros y sólo Costa Rica y El Salvador han tenido mejores resultados con los patrullajes en bicicletas.

En este momento Centroamérica es una zona de alto riesgo para el tránsito nocturno y eso es un pensamiento generalizado de la población, que sigue sin compartir los criterios objetivos que en cada nación ofrecen los jefes policiales que reiteran siempre que "todo está bajo control".


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