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7
de febrero del 2002 |
Honduras, el país donde más crece el secuestro
El caso
Guatemala El
Salvador Honduras
Nicaragua
Costa
Rica
Investigación: Serapio Umanzor y Carlos Girón
Fotografías: José Cantarero
El secuestro es el delito de moda en Centroamérica, al grado que
en Nicaragua un vendedor de pollos planificó el suyo y en El Salvador una
banda integrada por guatemaltecos y hondureños realiza sus negociaciones
con los familiares por internet a través del correo electrónico. Si se
realizan las comparaciones con el pasado reciente se nota que Guatemala y
El Salvador son los que más han implementado medidas para combatirlo,
incluido aumentar las penas, Nicaragua y Honduras muestran una tendencia
hacia el crecimiento y Costa Rica tiene la tasa más baja.
Al final del 2001 los secuestros mostraban que Nicaragua tiene la tasa
más alta con cincuenta, seguido de El Salvador con 49. Honduras ocupa el
tercer lugar con 35, delante de Guatemala que registró 32 y al final con
Costa Rica con trece secuestros en el año.
Esto significa que en Centroamérica se presentaron 179 secuestros, lo
que da un promedio de uno cada dos días, una cifra alta para una región
que se supone está cargada de limitaciones económicas.
El análisis y las consultas en cada país indican que el endurar las
penas y crear unidades especializadas para combatir ese delito permite
reducir las cifras y muestra que mientras las policías siguen trabajando
de manera aislada, las bandas de secuestradores han unido sus grupos para
operar en todos los países y así facilitar las negociaciones y sus
escapatorias.
En este delito se encuentra que las policías nacionales y los cuerpos
del Estado lo han enfrentado desde diferentes ópticas y demuestra que el
mejor antídoto para los criminales son las operaciones de rescate, con
todo y el riesgo que conllevan.
Arriba
El caso Guatemala
Hasta hace dos años Guatemala era el país con la más alta tasa de
secuestros en la región, pero las cosas han cambiado y lo que sí es
contundente es que muchos "chapines'' no dejaron el secuestro, lo que
hicieron fue cambiar de domicilio y en eso El Salvador y Honduras fueron
los más perjudicados.
Eleonora Murallis, de la organización Familiares y Amigos contra la
Delincuencia y el Secuestro, Fads, recuerda que fue en 1995 cuando
surgieron los secuestros extorsivos en Guatemala, ejecutados por bandas
integradas por personas ligadas a la guerrilla o al mismo ejército. Los
blancos eran empresarios, exclusivamente.
Un año más tarde, 1996, se vivió la peor de las pesadillas con más de
mil secuestros, incluido niños, ancianos y adultos. En su mayoría eran
secuestros cortos por cobros de cinco mil a cincuenta mil quetzales, es
decir entre seiscientos y seis mil dólares.
Se trataba de bandas que sólo operaban de lunes a viernes cuando la
gente podía retirar su dinero del banco. Los blancos preferidos eran
menores de edad, sobre niños de las escuelas privadas.
Pero ante lo severo del problema se comenzó a aplicar la pena de muerte
y de paso las penas se subieron a cincuenta años, lo que se tornó
ejemplarizante y para el año 1999, los casos se redujeron a cero. A
inicios del 2000 cuando llegó el nuevo gobierno hubo un repunte, no como
el de 1996, pero sí mantiene siempre preocupada a la población.
A juicio de Murallis una de las causas del nuevo repunte es por la
inestabilidad a lo interno de la Policía Nacional que en un año ha
cambiado cinco directores y eso impide echar andar los planes contra las
bandas. Esa inestabilidad hace que se den muchos secuestros y la gente no
los denuncie.
Murallis, en sus estudios del secuestro, ha logrado concluir que por
naturaleza los secuestradores a la hora de negociar siempre piden el diez
por ciento de lo que en realidad aspiran a conseguir. Ellos se han vuelto
expertos en dar este tipo de asesorías a las personas para evitar que se
excedan en el pago de rescates.
Luis Arturo Paniagua, director de la Policía Nacional Civil, sostiene
que el secuestro ha bajado y ese triunfo estima que se ha dado por la
captura de numerosas bandas y porque la gente decidió denunciar los casos.
Dice que ayudó mucho la reforma, pues antes la pena de muerte sólo era
cuando mataban al secuestrado y hoy con sólo el secuestro ya se aplica la
pena de muerte.
Arriba
El Salvador
La historia de los
secuestros en El Salvador podría dividirse en dos partes, una antes del 21
de junio del 2001 y la otra después de esa fecha. Ese fue el día en que un
grupo de secuestradores plagiaron al niño Gerardo Villeda Kattán, de ocho
años, a quien la policía intentó rescatar de una vivienda en donde lo
tenían en cautiverio.
Los delincuentes al verse acorralados optaron por matar al niño y en el
cruce de disparos murieron dos policías e igual número de secuestradores.
El caso conmocionó a los salvadoreños que exigieron mano dura contra estos
criminales.
El Salvador había cerrado el 2000 con 114 casos y ya para junio del
2001 ya llevaba 35 más. Tras ese caso las medidas y operativos se
endurecieron y al final la cifra de plagiados fue de 49, de los cuales
catorce se rescataron con vida.
San Salvador no es precisamente el único blanco porque en la capital
hubo 21 secuestros, mientras los otros 28 se dieron en el interior del
país, donde la presencia policial no es tan abundante como en la capital.
Un dato curioso es que los secuestradores encontraron un perverso uso
de la internet al realizar negociaciones a través del correo electrónico
cuando tenían secuestrado al empresario cementero guatemalteco Andrés
Torrebiarte. Esta banda secuestró al empresario en El Salvador, pero por
sus redes primero negoció desde Honduras por teléfono y luego desde El
Salvador por correo electrónico. Al final se capturó a la banda.
Desde hace unos meses, una unidad especial ha sido encomendada para
estos trabajos y al final del año el resultado fue la captura de 206
personas ligadas a estas bandas de secuestradores, una cifra que duplica
los resultados de años anteriores. Aunque la cifra pone al El Salvador
como uno de los países con más alto índice de secuestros, sus autoridades
estiman que los resultados contra ese delito han sido exitosos.
Pedro González, coordinador de Seguridad Pública, es uno de los que
cree que es productivo el trabajo contra estas bandas, pero culpa a los
medios de comunicación de magnificar los secuestros.
Arriba
Honduras
Tres secuestros
por mes ponen a Honduras en la tabla media de los secuestros, pero en el
primer lugar si se analiza el crecimiento promedio por año. Es decir, es
el país con mayor crecimiento en secuestros en el último año.
En total fueron 35 secuestros, 27 de ellos realizados en la zona norte,
conocida como Valle de Sula, donde se concentra la mayor cantidad de
recursos económicos. La capital Tegucigalpa, con su accidentada geografía
y estrechas calles no parece atractiva para los plagiarios.
En Honduras los secuestros surgieron en 1996 cuando plagiaron a la
universitaria Reina Lucía Osorio, por cuya liberación se pagó 2,5 millones
de lempiras. Luego apareció la banda de los hermanos Bustillo Padilla que
ejecutó una cadena de secuestros hasta dar muerte al hijo del ahora
presidente de la República, Ricardo Maduro.
Ese hecho generó una avalancha contra la policía y al final se
desbarató la banda, unos cayeron muertos y otros presos. Se controló por
un tiempo el secuestro, pero hace un año comenzó a resurgir y con matices
más alarmantes.
Y se tornó más alarmante porque la clase alta dejó de ser el blanco
preferido y en escena entraron los ejecutivos y comerciantes, a quienes
comenzaron a negociar rescates desde 100 mil hasta dos millones de
lempiras.
De hecho, de los 35 secuestros el monto cobrado por los plagiarios fue
de unos 16 millones de lempiras, un millón de dólares. Aunque hay varias
bandas, la policía tiene conocimiento que existe una tan grande que tiene
capacidad para tener hasta cuatro personas secuestradas al mismo tiempo.
Estas bandas hablan incluso de que algunos secuestros les sirven para
caja chica, o sea para juntar pequeñas cantidades de dinero para comprar
alimentos, armas y rentar casas para un nuevo plagio.
Los resultados policiales han sido tibios, unas tres liberaciones
apenas cuando la cifra es de 35 al año. La policía arguye que la casi
totalidad de los casos hay una petición familiar para que no intervengan
hasta que se haya liberado el secuestrado.
El hijo de una persona secuestrada reveló que es cierto que en las
negociaciones hay que ser valiente y aprender a negociar "Porque nadie da
más de lo que tiene'', sostuvo.
Denunció que es falso que a los secuestrados se les de buen trato, que
eso se dice porque siempre está la amenaza de los delincuentes de que se
diga que los han tratado bien.
Arriba
Nicaragua
En Honduras y Nicaragua se ha venido presentando un fenómeno que
preocupa y son los autosecuestros. Por lo natural que se han vuelto los
secuestros, muchas personas se han dedicado a secuestrarse ellos mismos
para conseguir dinero de parientes o amigos. Y también hay casos extremos
como en El Salvador donde un hombre que había perdido todo el dinero en
los casinos secuestro a un hijo de su mejor amigo para sacarle dinero. Al
final se le capturó y purga su pena.
En Nicaragua, un vendedor de pollo perdió 500 córdobas (37 dólares) de
la venta del día, y para responder a la deuda, se alió con un amigo al que
le pidió que dispersara la noticia que lo habían secuestrado.
Se trata de William Orozco Cruz, de 18 años, quien logró su objetivo
porque en todo el barrio se corrió la bulla que estaba secuestrado, pero
la policía decidió investigar el caso y al final descubrió que el hombre
tenía que entregar esos 500 córdobas y como no los tenía no quería tener
problemas con su patrón.
Los secuestros en Nicaragua pese a tener en promedio cincuenta cada año
no han sido debidamente atendidos por la Policía Nacional, y de hecho al
hablar con los oficiales ellos insisten en que ese no es un problema
grave, pese a tener el mayor número de casos en Centroamérica.
En el caso de Nicaragua, como el de sus vecinos, el secuestro está
ligado a bandas del crimen organizado que igual se dedica al asalto de
bancos como al robo de vehículos y se mueven por esos territorios en otro
negocio lucrativo, el tráfico de drogas.
Las cantidades que se han pagado por secuestros en Nicaragua siguen
siendo bajas, salvo contadas excepciones, y la masiva presencia de armas y
gente que las sabe manejar ha acrecentado este delito.
Arriba
Costa Rica
En un país donde el turismo es soporte de la columna vertebral de su
economía, es natural que en Costa Rica se multipliquen esfuerzos por
evitar que se den secuestros y los resultados son buenos, pero no del todo
convincentes.
Al término del 2001 se tuvieron 13 secuestros, cifra que Francisco
Ruiz, portavoz del Organismo de Investigación Judicial, no es alarmante,
incluso insiste en que los plagios en su país son esporádicos.
Dice que tienen un cuerpo especializado con entrenamiento en México,
Colombia y Estados Unidos que ha logrado no sólo rescatar a los plagiados,
sino recuperar el dinero y capturar a los criminales. Destaca que tienen
cuerpos especiales para secuestros en montaña y para secuestros en zonas
urbanas.
Su criterio es compartido por el comisionado Walter Navarro, director
general de la policía, quien estima que los secuestradores no encuentran
un buen ambiente en Costa Rica porque casi todos los casos terminan
resolviéndose con la captura de los criminales. Destaca el hecho que las
personas confían en la participación policial, lo que ayuda a que se pueda
intervenir cuando se presenta un plagio. También ve como punto positivo
que se haya aumentado la pena para el secuestro en el mes de agosto.
De acuerdo a una reforma legislativa ahora se imponen de 10 a 15 años
de prisión a quien secuestre a una persona para obtener rescate con fines
de lucro, políticos o políticos-sociales, religiosos o raciales. La pena
anterior era de de ocho a 12 años de cárcel.
Se sanciona con una pena de 15 a 20 años de prisión si el autor logra
su propósito, si el hecho es cometido por dos o más personas, si el
secuestro dura más de tres días, si el secuestrado es menor de edad, si es
una mujer embarazada, si es una persona incapaz, enferma o anciana, si la
persona sufre daño físico, moral, síquico o económico, si se empleó
violencia contra terceros, si se trata de un funcionario público,
diplomático o cónsul acreditado en el país o esté de paso y cuando el
secuestro se realice para exigir los poderes públicos o nacionales o de un
país amigo. En la normativa vigente las penas oscilan entre 10 y 15 años
de prisión.
La pena es de 20 a 25 años de cárcel si le infringe a la persona
secuestrada lesiones graves. Las sanciones vigentes van de 15 a 20 años.
Si se produjera la muerte del secuestrado la pena es de 35 a 50 años de
cárcel. La sanción anterior era entre 20 y 25 años.
De acuerdo a la experiencia de cada uno de estas naciones el tener
cuerpos especializados y endurecer las penas es un camino adecuado para
poder enfrentar a un delito que genera agrios dolores de cabeza en la
sociedad centroamericana, que ya cumple un lustro soportando el
surgimiento de este ilícito.
Particularidades del secuestro en Centroamérica
·Las bandas operan conectadas con integrantes de todos los
países de la región.
·Los secuestradores ahora han acudido a modernizarse hasta llegar
a usar el Internet para realizar las negociaciones.
·Nicaragua tiene el nivel más alto, pero no es un delito que
figure entre los prioritarios para ser solucionado.
·Honduras presenta la tendencia de mayor crecimiento con tres
secuestros por mes.
·Endurecer las penas y tener cuerpos especializados demuestra que
sí da resultados.
·En la medida en que los parientes de secuestrados estiman que
hay cuerpos especializados, en esa medida acepta la intervención
policial.
·Cada vez los secuestros apuntan a gente de clase media alta
dejando por un lado a los fuertes empresarios.
·Los plagiarios al final aspiran a que les del el diez por ciento
de lo que piden originalmente. Necesario es tener buenos
negociadores.
·Los secuestradores siempre buscan secuestros cortos y evitan
hacer los mismos los fines de semana porque los bancos están
cerrados.
·Cada vez se muestra que a los secuestrados sí los maltratan y si
dicen que no lo fueron es por las amenazas que reciben al
liberarlos.
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